lunes, 9 de septiembre de 2019

JUAN GRABOIS, EVITA Y LUISA GRAZIANO



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Se llamaba Luisa Graziano y fue la madre de 23 hijos, de los cuales vivieron 17. Dos camadas de mellizos nacieron entre ellos, dos varones y dos mujeres. Los nacimientos que faltan para llegar al número inicial fueron malogrados, muriendo en el parto o siendo ya mas niños. Nacidos con parteras o comadres, vecinas de los campos vecinos, era bastante común que el acto de la vida fuera acompañado por el otro.

Todos nacieron en el medio rural. Se criaron todos en la Colonia "La Grande del Sud". Eran los "gringos" Prienza (en realidad su apellido verdadero era Brianza, pero los funcionarios de la aduana, tan propensos al maltrato, comenzaban por el apellido).

Siempre hicieron gala de su familia gigantesca. Doña Luisa había nacido en Junín en el año 1893 y se caso con Pedro Brianza/Prienza siendo ambos muy jovencitos: 18 años él, escasos 16 ella.

Entre el mayor y el menor de los 17 hermanos vivos había unos 25 años de diferencia, un promedio de un año y medio entre crío y crío.

Luisa era ama de casa, cocinera de toda la caterva familiar  y también de algunos "agregados" y peones. Un sulky con capota de bolsa llevaba el guiso caliente a la trilladora. Y ahí nomás, como una trabajadora que era, colaboraba con las bolsas, alcanzaba, acomodaba y luego estibaba hasta que llegara el arrendatario principal ,el representante del terrateniente, a quedarse con la parte del león.

Ellos se anotaron cuando Perón expropió "La Grande del Sud" de la familia de Victorino de La Plaza, que tenía 50.000 hectáreas y que impúdicamente la llamo "La Grande...", deleznable nombre en medio de la explotación familiar mas brutal.

Ella contaba su historia preferida, la de su madre, que murió cuando tuvo su hijo numero 15 y ella ya estaba amamantando a los suyos. El recién nacido, hijo de su madre quedó sin teta y ella fue la encargada de proveerla, o sea, amamantó a su hermano.

Voy al punto. Cuando los colonos que arrendaban pudieron convertirse en propietarios durante el primer gobierno del general Perón (que nadie se asuste de Juan Grabois, tiene mas memoria que la burocracia asustadiza convertida en revolucionaria por decreto que no conoce la historia ), los Prienza pasaron a ser propietarios de 190 hectáreas. Pero no alcanzaba para todos y enterada Luisa de que uno de los adjudicatarios se había asustado y renunció a su lote, pronunció bajito ante la familia: " le voy a mandar unas líneas a Evita..."

Y así lo hizo. En esa carta Luisa trazaba un sencillo panorama de su situación familiar y centraba su argumentación en el intento de comprar también el lote renunciado, hablaba de todos sus hijos, de que no alcanzaba la tierra, que todos trabajaban. ¿Cuánto tardaría un funcionario actual en contestar una carta de este tenor? ¿Se imaginan no a Mauricio, sino al dueño de Dylan pudiendo articular respuesta ?. ¿O a la vicepresidente de nuestro propio espacio?. ¡Una computadora sí, pero 190 hectáreas¡

En escasos 15 días la respuesta llegó, sencillamente a vuelta de correo apareció la carta en la chacra, donde les anunciaban la respuesta positiva. Sin trámites burocráticos aparecía una respuesta rápida para una petición concreta de la familia. Arraigo a la tierra, Evita y su fundación, la misma que repartía comida, máquinas de coser, ropa, juguetes y la sidra y el pan dulce también.

Mientras Perón construía la casa de la justicia, Evita entregaba la frazada con la cual pasar la noche. La justicia como construcción, pero nunca quedarse en la frazada.

Hoy vemos con verguenza el debate  sobre la emergencia alimentaria, el que se da en los medios y el que tendrá lugar en el congreso. Me pregunto como lo hubiera resuelto Evita y también que pensaría de como resolverlo doña Luisa Graziano. Ni Sociedad de Beneficencia de las damas ricas, ni "debate necesario" para "esclarecernos" al ruido de las tripas del hambre real.

Por supuesto que no lo esperamos del gobierno que se va, pero sí del que llega, aunque nuestro candidato Alberto, con Joaquin Morales Solá,  con su papada gorda y saludable repita lo que ya conocemos hasta el cansancio: ¿ Si producimos alimentos para 400 millones, cómo puede ser que no podamos alimentar a 15 millones?.

Allá va entonces la "Emergencia Alimentaria" al Congreso Nacional, para escuchar encendidos discursos eructando mollejas al vino blanco, mientras el hambre no escucha nada de nada.


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