Basta entrar al local para comprender el lugar ganado a lo largo de estos 45 años. Sin disimulos, el mostrador es un compendio de la historia polìtica y social reciente. Allì conviven Antonio Troccoli con Oscar Alende, Ricardo Balbìn con Eduardo Duhalde, Dora Abreu con Eduardo Falcòn y Dardo Bartolomè, los Chalchaleros con Antonio Tarragò Ros, el canillita orgulloso con su bicicleta junto al premio Santa Clara de Asìs recibido tiempo atràs .
He intentado en vano encontràr una lògica en ese “paseo” fotogràfico, pero no la hay. Quizàs el hombre del semanario sì la entienda o quizàs sea eso nomàs, el testimonio de haber sido parte de la vida comunitaria. Esa es su principal fortaleza, ha sido protagonista de estos tiempos, comprometido con su pueblo, defendiendo siempre la causa local, jugando en la “cancha” sin ser espectador.
Y si uno mira hacia el costado, en un lugar privilegiado de la estantería contigua, encontrarà la foto sonriente de sus nietos, que sin dudas le inspiran el corazòn y lo empujan hacia adelante. Orgulloso abuelo, papà y periodista. No se si en ese orden, pero que importa.
Si uno se atreve a la sala de redacciòn, aparece la “otra veta” ; los poemas de Benedetti, los libros publicados por su imprenta que muestra en cuanta ocasión puede y la eterna pila de papeles que se apelmazan, guardando noticias y sueños postergados, quizàs por un perfeccionismo que los detiene.
Mas adentro, en el “corazòn” propio de la imprenta, estàn los archivos (que debe digitalizar cuanto antes), siempre abiertos a las consultas de todos, sin condicionamientos y “pa lo que guste mandar”. Sabe que son la “historia narrada” del pueblo y que si bien no ha creado la realidad, la ha hecho “latir” a un ritmo diferente, contandola a su manera. Es tambièn su obra.
Los “archivos” son su hemeroteca, desde 1963 hasta ahora, numero por nùmero. No falta ninguno. Ningún diario y ningún acontecimiento. Ningún acontecimiento y ninguna opinión. Ninguna opinión y ninguna pasiòn. No faltan. Simplemente.
Y èl narra su historia a quien quiera escucharlo. Desde la màquina de escribir que llevaba a su casa, recièn casado , pasando por las notas escritas con los “dos nenes” sentados a upa, o el dìa que estuvo charlando con Sàbato.
El hombre del Semanario desgrana su historia y al hacerlo deja un “tufillo” a obra en construcciòn, a taller de forja, a trabajo constante, a talento contenido y esfuerzo derramado.
Si la charla roza los orìgenes, hablarà del nombre. No del propio, sino del de su Semanario. Dirà que està arrepentido de haber conservado el “disminutivo La Prensita”, pero en el fondo yo creo que està contento, que se alegra, porque tal vez, ese nombre en pequeño sea quien mejor lo representa. No hay disminutivo para tu logro "grande" en el pueblo "chico".
Por eso me alegro por el premio que te entregò Clarín en estos dìas. Me alegro por vos y los tuyos. Me alegro por haber trabajado en el semanario, me alegro por Tres Lomas y los nuestros, por la historia cotidiana que como periodista reflejaste, por la enorme tarea realizada y tus utopías que siempre conservàs intactas.
No es el ùnico premio en tu carrera. Hay otros mas imperceptibles que seguramente has sabido valorar: el reconocimiento de tus lectores treslomenses , la inserciòn en las comunidades vecinas, los mùltiples colaboradores que se renuevan y en tu faz personal; la llamada infaltable de tu hijo desde Europa, la compañia cotidiana del hijo del medio y la exquisita pluma de la "nena" mayor. Por mi parte, te regalo esta nota. Vos sabràs degustar, el sabor de mis palabras. No tengo otra cosa.
Saludos Andrès. Grillo.
He intentado en vano encontràr una lògica en ese “paseo” fotogràfico, pero no la hay. Quizàs el hombre del semanario sì la entienda o quizàs sea eso nomàs, el testimonio de haber sido parte de la vida comunitaria. Esa es su principal fortaleza, ha sido protagonista de estos tiempos, comprometido con su pueblo, defendiendo siempre la causa local, jugando en la “cancha” sin ser espectador.
Y si uno mira hacia el costado, en un lugar privilegiado de la estantería contigua, encontrarà la foto sonriente de sus nietos, que sin dudas le inspiran el corazòn y lo empujan hacia adelante. Orgulloso abuelo, papà y periodista. No se si en ese orden, pero que importa.
Si uno se atreve a la sala de redacciòn, aparece la “otra veta” ; los poemas de Benedetti, los libros publicados por su imprenta que muestra en cuanta ocasión puede y la eterna pila de papeles que se apelmazan, guardando noticias y sueños postergados, quizàs por un perfeccionismo que los detiene.
Mas adentro, en el “corazòn” propio de la imprenta, estàn los archivos (que debe digitalizar cuanto antes), siempre abiertos a las consultas de todos, sin condicionamientos y “pa lo que guste mandar”. Sabe que son la “historia narrada” del pueblo y que si bien no ha creado la realidad, la ha hecho “latir” a un ritmo diferente, contandola a su manera. Es tambièn su obra.
Los “archivos” son su hemeroteca, desde 1963 hasta ahora, numero por nùmero. No falta ninguno. Ningún diario y ningún acontecimiento. Ningún acontecimiento y ninguna opinión. Ninguna opinión y ninguna pasiòn. No faltan. Simplemente.
Y èl narra su historia a quien quiera escucharlo. Desde la màquina de escribir que llevaba a su casa, recièn casado , pasando por las notas escritas con los “dos nenes” sentados a upa, o el dìa que estuvo charlando con Sàbato.
El hombre del Semanario desgrana su historia y al hacerlo deja un “tufillo” a obra en construcciòn, a taller de forja, a trabajo constante, a talento contenido y esfuerzo derramado.
Si la charla roza los orìgenes, hablarà del nombre. No del propio, sino del de su Semanario. Dirà que està arrepentido de haber conservado el “disminutivo La Prensita”, pero en el fondo yo creo que està contento, que se alegra, porque tal vez, ese nombre en pequeño sea quien mejor lo representa. No hay disminutivo para tu logro "grande" en el pueblo "chico".
Por eso me alegro por el premio que te entregò Clarín en estos dìas. Me alegro por vos y los tuyos. Me alegro por haber trabajado en el semanario, me alegro por Tres Lomas y los nuestros, por la historia cotidiana que como periodista reflejaste, por la enorme tarea realizada y tus utopías que siempre conservàs intactas.
No es el ùnico premio en tu carrera. Hay otros mas imperceptibles que seguramente has sabido valorar: el reconocimiento de tus lectores treslomenses , la inserciòn en las comunidades vecinas, los mùltiples colaboradores que se renuevan y en tu faz personal; la llamada infaltable de tu hijo desde Europa, la compañia cotidiana del hijo del medio y la exquisita pluma de la "nena" mayor. Por mi parte, te regalo esta nota. Vos sabràs degustar, el sabor de mis palabras. No tengo otra cosa.
Saludos Andrès. Grillo.
1 comentario:
Me sumo a las palabras de Guillermo para saludar a un Señor de bien, quièn confiò en mi cuando tenia 11 años para repartir el Ambito financiero por suscripcion en el pueblo.
Me alegro por Ud. señor Pocchiola
afectuosamente
Matìas Lopez
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