domingo, 26 de octubre de 2008

EL PODER Y LA VERDAD




En estos dìas de fotografìas tomadas como testimonio de denuncia y de respuestas mediaticas apresuradas, que intentan relativizar los episodios, bajo el tìtulo “Sonrian para la Foto”, he intentado pensar acerca del concepto de verdad.

Al principio me confundì en la búsqueda: Me preguntè: ¿Serà cierto o no que un empleado municipal concurriò en horario de trabajo a solucionar un desperfecto elèctrico a la casa del Mandatario Comunal.?
¿Eran la 1 menos cuarto o la 1 y cuarto? Ya que-pensè-en uno de los casos, estarìa dentro del horario de trabajo municipal, en cambio si fueran la 1 y 15 ya estarìa fuera de ese horario.

De cualquier manera me pareciò muy pobre la idea de bucear entre minutos a los efectos de establecer “la verdad” y por lo tanto, deslindar responsabilidades o posibles actos de aprovechamiento de personas que pagamos entre todos.

Dejè entonces este intento de criterio cronomètrico y releì a Nietzsche.
El trabaja sobre la idea de verdad y hace hincapié en los distintos momentos històricos en que se la considero “encontrada”: la verdad religiosa, la verdad filosòfica y en el mundo moderno, la verdad cientifica, hija de la razòn.
Y sostiene que el intento de “hacer verdades cada vez mas exactas” revela solo una cosa: La necesidad de poder. El dice que no hay búsqueda de la verdad, sino de poder sobre las cosas. De esta forma, la verdad puede aparecer como hija del poder.

Lo que los hombres nos hemos acostumbrado a llamar verdad, es solo un medio para alcanzar el poder y una vez obtenido, lo verdadero serà aquello que dice el poder.
Es evidente que si esto fuera asì, las implicancias sociales serìan tremendas: Solo una verdad, legitimada por el que tiene el poder. Peligroso, extremadamente peligroso.

Esta verdad, proveniente del que tiene poder , segùn Nietzche y cito textualmente se podrìa construir a travès de “el arte de fingir, el engaño, la adulaciòn, la mentira, el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, la escenificación ante los demas y ante uno mismo”

Asì que segùn este pensador, el hombre no busca el conocimiento y la verdad por el solo afàn de conocer o por un impulso hacia la sabiduría, sino que la busca desesperadamente y a travès de cualquier medio, porque lo que quiere obtener no es VERDAD, sino PODER..
Esta forma que se ha mostrado en la historia del mundo moderno, como muy útil y provechosa para los poderosos, a “construido un castillo de telarañas que puede navegar sobre las olas, resistiendo incluso el viento”.

Me provocò tristeza esta concepción, que reconozco causò una ruptura, una herida en el pensamiento occidental, pero desde un voluntarismo esperanzado intentè formular mis propios interrogantes: Si son los poderosos los que finalmente imponen sus concepciones, si son los que explican-aùn en los pequeños pueblos-que es lo que es verdad y lo que es mentira…¿Cuàl es el lugar que queda para los màs dèbiles? ¿Què chances tienen los que no tienen poder? ¿Quièn escucharà lo que tienen que decir?.¿Què lugar queda para los que no creen en “la verdad” bendecida por el poder?

Prefiero creer que habrà lugar para ello, que la intuición, la pasiòn y la razòn humana seràn siempre los refugios posibles para resistir y luchar, y que el pensamiento libre de las personas, podrà definir, mas allà de quien tiene el poder , donde esta la verdad.
Recièn allì, encontrè una salida posible, cuando a mi manera pude-humildemente-intentar refutar al filòsofo. El resto de lo sucedido en nuestro pueblo, minuto mas, minuto menos, foto mas o foto menos, debate y opiniones incluidas, me pareciò jugoso, pero anecdòtico.

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