Ayer 29 de diciembre se cumplieron 131 años de la muerte de Adolfo Alsina, cuyo nombre no nos es ajeno en el oeste bonaerense ya que es tarea cotidiana la comprensiòn de nuestros orìgenes como pueblos y ciudades de esta regiòn, algunos como Trenque Lauquen, Guaminì. Carhùe o Puan, en calidad de Comandancias, desde donde se controlaban varios fortines menores , basados en una estrategia defensiva de esta frontera làbil y flexible, una especie de territorio en disputa, de campo de lucha por el dominio de la tierra productiva para ambos: para unos en tèrminos de mercado, para otros de territorio de caza y cuatrerismo.
Los otros pueblos (Tres Lomas, Pellegrini, Salliquelò, Casbas, 30 de Agosto, etc) responden a otra lògica, son producto de una segunda etapa y por lo tanto podemos “pensarla” como el final de la lucha, su orìgen està indefectiblemente unido a la retirada definitiva, a la derrota del aborigen y al mismo tiempo de su cultura que aùn golpeada dejò su impronta en variedad de nombres araucanos entre nosotros.
Todos los pueblos que se fundaron al oeste de la Zanja de Alsina, son creaciones surgidas a la sombra de la derrota definitiva de los pueblos aborígenes, cuando una segunda estrategia ofensiva, comandada por Julio Argentino Roca, expulsò a los araucanos lejos estas tierras fértiles que solo una narración deformada pudo llamar “desierto·”, porque ahora en su destino futuro daràn orìgen con mano de obra inmigrante al llamado “Granero del Mundo”.
En síntesis: la ùltima de las Conquistas a territorio indio se caracterizò por dos estrategias. Una de ellas defensiva, ideada por Adolfo Alsina-primer ministro de Guerra durante la presidencia de Avellaneda-consistente en colocar un obstáculo, una especie de “muro hacia abajo”, una zanja en el pastizal pampeano. Para construirla en 1875 requiriò los servicios del Ingeniero Frances Alfredo Ebelot contratado como director de las obras de defensa que proyectaba, consistente en el cavado de un foso de tres metros de ancho por dos y medio de profundidad, con un paredón de tierra, sostenido por panes extraidos del mismo pozo que elevaban el talud de uno a dos metros de altura, colocados del lado interior, considerado “zona ya conquistada”.
La Zanja que debìa extenderse desde Fuerte Argentino en Bahìa Blanca, hasta Fortín Guerrero en el sur de Còrdoba, tenìa un trazado original de 113 leguas.
Es el mismo Ebelot el que elogia la utilidad de la zanja que quitaba movilidad al indígena. Segùn èl “para abrirle pasaje a una caballada se necesitan, calculando por lo bajo, con las pocas herramientas de que disponen los indios, ocho horas de trabajo no interrumpido. Es mas que suficiente para que caiga sobre los invasores toda una Divisiòn”.
Es el mismo Ebelot el que elogia la utilidad de la zanja que quitaba movilidad al indígena. Segùn èl “para abrirle pasaje a una caballada se necesitan, calculando por lo bajo, con las pocas herramientas de que disponen los indios, ocho horas de trabajo no interrumpido. Es mas que suficiente para que caiga sobre los invasores toda una Divisiòn”.
Pero Alsina no puede sostener la desiciòn de su iniciativa y muy enfermo muere a fines de 1877, dejando a su obra sin sustento econòmico-polìtico para ser finalizada. De las 113 leguas planificadas, solamente poco mas de 70 leguas se concretaron.
Poco antes de morir, el ministro Alsina, en Agosto de 1877 en su Memoria al Congreso de la Nacion, dice en defensa de su obra lo siguiente: “Pensè que habìa llegado el momento de adoptar un sistema serio que diese por resultado inmediato, sino suprimir totalmente las depredaciones bàrbaras, hacer imposible las grandes invasiones y difíciles las pequeñas. Ademàs no se encontrarà una sola frase, en los diversos documentos que han salido del Ministerio de Guerra sobre fronteras, de la cual haya podido deducirse que, a juicio del gobierno, el foso, tal como se lo ejecuta, sea una muralla insalvable para los bàrbaros. El objeto es detenerlos, ya de vuelta del malòn, con el producto del robo-los inmensos arreos-debiendo emplear mucho tiempo en derribar el muro y borrar el foso para el fácil paso del ganado, dando tiempo a la acciòn de las tropas de frontera. El plan del Poder Ejecutivo es contra el desierto para poblarlo y no contra el indio para exterminarlo”.
Poco mas tarde-en 1879- y con Roca como comandante esta frase parecerà vetusta, porque el exterminio del aborigen fue precisamente el requisito fundamental para convertir ese “desierto” de tierra fértil en el lugar de asentamiento de nuestros pueblos de pioneros inmigrantes , de paso del ferrocarril con su telégrafo y fundamentalmente el lugar de la producción de los ganados y cereales para Europa. Una impronta "extranjera", con oligarquìas nativas como socias menores, se apoderaba de la economìa del paìs y definìa un modelo que nos marcarìa hasta el dìa de hoy.
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