viernes, 20 de febrero de 2009

EL TIGRE CEBADO


Domingo Faustino Sarmiento en el capìtulo V del “Facundo”, titulado “Vida de Juan Facundo Quiroga” dice lo siguiente:

“Media entre las ciudades de San Juan y San Luis un dilatado desierto que, por su falta completa de agua, recibe el nombre de “travesía”. El aspecto de aquellas soledades es, por lo general triste y desamparado, y el viajero que viene del oriente no pasa la ùltima represa o aljibe de campo sin proveer sus “chifles” de suficiente cantidad de agua. En esta travesía, tuvo una vez lugar la extraña escena que sigue. Las cuchilladas, tan frecuentes entre nuestros gauchos, habìan forzado a uno de ellos a abandonar precipitadamente la ciudad de San Luis y ganar la “travesía” a pie, con la montura al hombro, a fin de escapar de las persecuciones de la juciticia. Debìan alcanzarlo dos compañeros tan luego como pudieran robar caballos para los tres.
No eran por entonces sòlo el hambre o la sed los peligros que lo aguardaban en el desierto aquel, que un tigre “cebado” andaba hacìa un año siguiendo los rastros de los viajeros, y pasaban ya de ocho los que habìan sido vìctimas de su predilecciòn por la carne humana. Suele ocurrir, a veces, en aquellos paìses en que la fiera y el hombre se disputan el dominio de la naturaleza, que èste cae bajo la garra sangrienta de aquèlla; entonces el tigre empieza a gustar de preferencia su carne, y se le llama “cebado” cuando se ha dado a este nuevo gènero de caza: la caza de hombres”

Como siempre el libro de Sarmiento abre la mente a mùltiples interpretaciones. De cualquier manera compartirè en otra nota el final de esta narración. El gaucho que “ganò a pie la travesía” no es otro que Facundo Quiroga o su abreviación que paradojalmente lo “agrandaba”; simplemente FACUNDO. Veremos entonces como termina la cuestión.

Pero me quiero detener en varios conceptos de Sarmiento, que pueden “mirarse” de distinta manera.
La idea de “desierto”, de “tigre cebado” y finalmente la de “caza de hombres”.

Es posible que sin demasiado esfuerzo, encontremos estos conceptos aplicables a categorías del acontecer polìtico tanto nacional, provincial, como municipal. Y por lo que “nos toca”, especialmente a èste ùltimo territorio, el mas cercano.

Los gobiernos pueden actuar como si estuvieran en el “desierto”, es decir, desconociendo la posibilidad de la vida, que “late” en distintas dimensiones, ritmos, aconteceres, ideologías y militancias. Esta era la idea del “desierto” Sarmientino, como después fue la que Julio Argentino Roca utilizò, precisamente en su “Campaña al Desierto”. Todo està “desierto” en la medida en que solo yo me considero “tierra fértil”, yo y los mìos somos simiente, los demàs, tierra yerma, roca, arenisca, desierto. Primera lecciòn. La idea de desierto trae consigo, una carga valorativa tal, que parte de desconocer al otro, que no acepta “otra vida” ni “otro pensamiento”. Sos “desierto” porque yo te declaro como tal, al no poder dominarte, te pierdo, pero si te sometès a mi mando, la “fertilidad” aparecerà como por arte de magia. Sos "desierto", no en tanto tu verdad, sino por la verdad que yo digo de tì. Sos desierto porque te condeno y mutàs en tierra fèrtil si te bendigo. No està en tu voluntad escapar a esta ecuaciòn, soy yo el amo que reparte categorìas.


En cuanto a la idea de “tigre cebado”, es aquel que ha probado carne humana y, o bien por la facilidad para atrapar esa presa , o bien por su sabor, se “cebò” y ya no cazarà otra cosa, se ha hecho dependiente de esa carne. Es mas, perderà su habitual hàbito cazador, porque estarà por entero dedicado a la “caza de hombres”. Esta cebado y los caza, los considera presas, es mas, los considera presas fàciles, los trata como presas fàciles, dominables.

Muchos de nuestros representantes pùblicos actùan asì, como “tigres cebados”, como leones “cazadores de hombres”, pero no para practicar el deleznable acto de comer carne humana , sino para algo infinitamente peor: comerse sus conciencias, cebarse con ellas, considerarlos presas, infundirles miedo, acorrarlarlos de terror y finalmente, comenzar el banquete.

¿Còmo le habrà ido al “gaucho que ganò a pie la travesía”? ¿Habrà, Facundo Quiroga, corrido la misma suerte que otros hombres que habìan sido devorados por el tigre cebado? ¿Quedarà un lugar para los que quieren defenderse del “diente insaciable”?
En la pròxima entrega, le sigo contando. Quizàs exista otro camino.

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