A las 20,30 del 31 de Marzo de 2009 falleciò Raùl Alfonsìn. Quiero recordarlo con parte de uno de los discursos mas memorables de su gestión , el que pronunciò el 10 de Diciembre de 1983 ante la Asamblea Legislativa. La selección del texto responde a dos cuestiones: Por un lado a homenajearlo en su final ; por el otro a que su palabra nos siga ayudando, a encontrar el camino y la lucha, en los momentos presentes.
En estos dìas posteriores a su muerte, seguramente se repetiran mùltiples imàgenes del líder Radical, yo prefiero pensarlo en aquellos primeros momentos, lleno de pasiòn por la tarea pendiente y tambièn de incertidumbres, confianzas, temores y esperanzas, propias de un hombre “situado”, puesto a gobernar su paìs, el mayor honor que un polìtico puede tener.
En estos dìas posteriores a su muerte, seguramente se repetiran mùltiples imàgenes del líder Radical, yo prefiero pensarlo en aquellos primeros momentos, lleno de pasiòn por la tarea pendiente y tambièn de incertidumbres, confianzas, temores y esperanzas, propias de un hombre “situado”, puesto a gobernar su paìs, el mayor honor que un polìtico puede tener.
Al asumir Alfonsìn, la Argentina salìa de la Dictadura Civico Militar que se habìa prolongado siete años (1976-1983) sumiendo al paìs en un doble terrorismo: el Ejercido por el Estado para disciplinar y silenciar a la sociedad y el Ejercido por el Mercado, para imponer un modelo economico funcional a la concentración de la riqueza. Ambos se complementaron. Ambos intentaron “reconstruir” la Argentina para beneficio de unos pocos. Ambos dejaron profundas huellas, aùn visibles en el presente.
En este contexto del paìs que recibìa, Raùl Alfonsìn sostuvo lo siguiente:
“Lo primero que no debemos olvidar es que lo màs valioso que tiene nuestro paìs son los hombres y las mujeres que lo habitan. No es el petróleo, ni las vacas, ni el trigo, ni las fàbricas, sino el trabajo y la capacidad de todos y cada uno de nuestros habitantes lo que da sentido y riqueza a nuestra Argentina, como a cualquier otra naciòn del mundo.
La segunda lecciòn es que sòlo el pueblo se preocupa por el destino del pueblo. Cuando se impide al pueblo decidir su propia suerte, cuando se le prohibe elegir y controlar al gobierno, tarde o temprano se deja de gobernar para el pueblo.
Nadie puede pretender que un gobierno no cometa errores. Pero de una vez por todas haremos que sòlo sea el pueblo, por su libre voluntad y dentro de las instituciones democràticas, quien sea el ùnico que juzgue y corrija esos errores. El dolor que vivimos nos ha enseñado que cada vez que se coarta el camino hacia la democracia, la inmensa mayorìa de los argentinos termina perjudicàndose.
Tambièn aprendimos que hay quienes se benefician cuando es la fuerza y no la voluntad libre del pueblo quien impone el gobierno de la Naciòn. Aprendimos que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios, han terminado favoreciendo los intereses del privilegio. Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la Naciòn y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera.
Y hemos entendido que hay fuerzas poderosas que no quieren la democracia en la Argentina. Sabemos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, plantea una lucha por el poder en la que no podemos ni debemos bajar los brazos, una lucha que vamos a dar, en la que vamos a triunfar.
Tenemos una meta: la vida, la justicia y la libertad para todos los que habitan este suelo
Tenemos un mètodo: la democracia para la Argentina
Tenemos un combate: vencer a quienes desde adentro o desde afuera quieren impedir esa democracia.
Tenemos una tarea: Gobernar para todos los Argentinos.”
“Lo primero que no debemos olvidar es que lo màs valioso que tiene nuestro paìs son los hombres y las mujeres que lo habitan. No es el petróleo, ni las vacas, ni el trigo, ni las fàbricas, sino el trabajo y la capacidad de todos y cada uno de nuestros habitantes lo que da sentido y riqueza a nuestra Argentina, como a cualquier otra naciòn del mundo.
La segunda lecciòn es que sòlo el pueblo se preocupa por el destino del pueblo. Cuando se impide al pueblo decidir su propia suerte, cuando se le prohibe elegir y controlar al gobierno, tarde o temprano se deja de gobernar para el pueblo.
Nadie puede pretender que un gobierno no cometa errores. Pero de una vez por todas haremos que sòlo sea el pueblo, por su libre voluntad y dentro de las instituciones democràticas, quien sea el ùnico que juzgue y corrija esos errores. El dolor que vivimos nos ha enseñado que cada vez que se coarta el camino hacia la democracia, la inmensa mayorìa de los argentinos termina perjudicàndose.
Tambièn aprendimos que hay quienes se benefician cuando es la fuerza y no la voluntad libre del pueblo quien impone el gobierno de la Naciòn. Aprendimos que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios, han terminado favoreciendo los intereses del privilegio. Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la Naciòn y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera.
Y hemos entendido que hay fuerzas poderosas que no quieren la democracia en la Argentina. Sabemos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, plantea una lucha por el poder en la que no podemos ni debemos bajar los brazos, una lucha que vamos a dar, en la que vamos a triunfar.
Tenemos una meta: la vida, la justicia y la libertad para todos los que habitan este suelo
Tenemos un mètodo: la democracia para la Argentina
Tenemos un combate: vencer a quienes desde adentro o desde afuera quieren impedir esa democracia.
Tenemos una tarea: Gobernar para todos los Argentinos.”
La palabra de aquel momento històrico que aùn aplicada en la Argentina presente y sin caer en ningùn anacronismo, sigue señalando el trazo grueso del camino a recorrer. Asì lo recuerdo, trayendolo al presente para seguir "haciendo polìtica" a favor de la causa nacional . Como corresponde y como creo que le gustarìa.
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