viernes, 8 de mayo de 2009

EL ETERNO PENDULO


Leo en “Memoria Verde. Historia Ecológica de la Argentina” (Antonio Elio Brailovsky y Dina Foguelman), en su capítulo 2, titulado “El ambiente en la época colonial” lo siguiente:

“A la llegada de los conquistadores españoles había una población estimada entre 10 y 30 millones de habitantes, perfectamente vestidos y alimentados, con un sistema de seguridad social que alcanzaba a los huérfanos, a las viudas, a los ancianos y a las familias de aquellos que habían sido convocados a las armas”

El único recurso abundante parece haber sido el recurso humano, por lo cual no se desarrolló ninguna técnica de ahorro de mano de obra. Por el contrario, el pleno empleo era prioritario.”

Extraño imperialismo éste, que podía expandirse a partir del consenso que creaba, al ofrecer una organización social más deseable que la de los pueblos vecinos”

El resultado fue una sociedad centralizada y fuertemente autoritaria, que aplicó ese autoritarismo para superar las fuertes restricciones ecológicas del ambiente andino, proporcionando a esa población los niveles de vida más altos de su historia”

Sin anacronismos, esta lectura que reviví hace unos días producto de otras circunstancias, sirvió de excusa, a todos los que la abordamos, para provocar una mirada hacia nuestro presente.
En momentos de avance desaforado de la frontera agrícola en tierras no aptas, de tala agresiva de montes nativos, de envenenamiento de la tierra con agroquímicos que garantizan “rindes” a costa de vidas, de una pobreza estructural que aún está lejos de ser revertida, la sociedad Incaica-en esta lectura compartida- nos “sopapeaba” respecto a nuestras formas de vida. Vivimos en una sociedad que minimiza al hombre y adora las cosas y donde el que gana mas en menos tiempo es el verdaderamente “eficiente”, sin importar los costos sociales que deban pagarse.

Nadie quiere ni desea un “imperialismo bueno”, ni un “estado autoritario”, pero es necesario seguir pretendiendo una sociedad que incluya a todos, donde el hambre no exista y el pleno empleo sea la forma de combatirla. Una sociedad que supere sus “fuertes restricciones”, propias de un sistema que concentró riqueza en pocas manos y dejó del otro lado, tal como la lectura lo dice, sus “huérfanos” de todo tipo.

Para que esta sociedad se pueda construir, no queda otro camino que el emprendido desde la crisis del 2001 en adelante, esbozado por Néstor Kirchner y profundizado por Cristina Fernandez. No importa quien sea el presidente en el 2011, la cuestión es no apartarse del modelo, donde una vez más, en el eterno péndulo Argentino, el estado asuma y realice su rol pensando en todos, sin exclusiones y si es necesario, quitando privilegios. Lo acusarán de autoritario, pero ese será el precio que habrá que pagar.

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