BERGOGLIO Y LA NUEVA CRUZ

San Cayetano, en Liniers. El Cardenal Bergoglio y su rostro "abuenado" . Su discurso oportunista, lejano al de Casaretto , mas creíble. Bergoglio es otra cosa, se le nota, adrenalina púrpurea contra el gobierno. Habla de los pobres, pero solo como instrumento de su inquina, utiliza a Jesús para hacerlo: “Y te lo preguntamos Jesús, porque vivimos situaciones de extrema pobreza, de pobreza escandalosa y de falta de trabajo. ¿Estás en verdad en medio de tu pueblo?”.

No tengo dudas que para los que creen y trabajan para una pastoral social, Jesús forma parte de la gente que sufre, pero “este Jesús” de Bergoglio se vuelve pétreo, distante, inhumano. El lo construye así al utilizarlo en su homilía, sermón falto de contenido real, que no se atrave a denunciar las verdaderas causas de la pobreza. Su diagnóstico vacío de contexto es primo hermano del expresado por Biolcati, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, hace unos días atrás y esto no es precisamente casualidad.

El poder económico y la Iglesia tradicional, uno adueñandose de la pobreza en el predio palermitano de la abundancia, el otro en pleno corazón de Liniers, entre creyentes que piden por paz, pan y trabajo. Ambos sin aclarar un ápice el porque de la actual situación. Uno porque cree en Darwin aplicado a la sociedad y se siente león macho en esa herencia, el otro porque aprovecha la muchedumbre creyente para plasmar su mensaje paralizante y desmovilizador (recen muchachos, rogarle a Dios, solo eso ).

Y como cobertura cultural, el grupo Aurora y su exponente mas visible, Marcos Aguinis.
Del propio Aguinis, quizás encontremos una respuesta.
Se trata de la Novela “La Cruz Invertida” (Premio Editorial Planeta. 1970), Capítulo 1: “Génesis”, allí dice, en el nombre de uno de los personajes: “La cruz es el símbolo de la represión. Con ella impidió Roma que se liberaran sus esclavos. En la cruz fueron colgados millares de hombres, dando su vida por los otros y a ella eligió el Hijo de Dios para señalar con máxima evidencia su abierta complicidad con los oprimidos. Jesús crucificado es un reto a los explotadores y una acusación contra sus bestiales métodos de dominio. La cruz de tu sueño, trabada a una bota en el fango de oro, no era una cruz: durante siglos los reyes y señores aprovecharon una ilusión óptica. Fijate bien: esa cruz, en realidad, era una espada sostenida por el extremo de su hoja”.

Bergoglio no lo dudó en el día de San Cayetano: fue la Roma Imperial, fue el conservador con sotana, fue la cadena para los esclavos, fue la opresión de los poderosos, fue el dominio de los fuertes, fue la espada blandiendose sobre cabezas creyentes, fue un cardenal, que con voz melosa, elegía las palabras, cual clavos para una nueva cruz. Y martilló sobre ellos.

¿Jesús anda entre nosotros?. Puede ser, pero con él, no estaba.