"EL CAMPO", LA PATRIA Y EL SER NACIONAL

El conflicto vuelve a transitar sendas parecidas: una reunión entre el gobierno y la corporación autodenominada “el campo” ha vuelto a reflotar un tufillo fundacional que se arrogan estos sectores de la economía concentrada.
Nuevamente en estos días, en discursos, declaraciones, entrevistas y partes de prensa, “el campo” comienza a desgranar su arenga, que suena siempre a “nosotros somos la patria”. La Sociedad Rural de Palermo ha constituido en este sentido, un escenario propicio para esta nueva puesta en escena, con sus propios lazarillos y amanuenses.

El intento de apropiación de la simbología nacional durante el conflicto que tuvo su bisagra en el voto “no positivo” del traidor Julio Cobos, fue una muestra de ello, aunque cuando uno veía la “celeste y blanca” convertida en calcomanía con las letras “Yo estoy con el campo”, pegada a las 4X4, “esa” patria me alejaba de la posibilidad de reconocerme, incluso en la propia bandera desplegada. A muchos nos paso lo mismo.

Es que la patria es un concepto complejo, es una categoría histórica y como tal, construida cotidianamente, sin embalsamamientos que la petrifiquen.
Quedarse con el concepto formal de patria es abandonarla a su suerte, es necesario romper esa corteza y buscar el nudo mas duro de su vitalidad, es decir, la idea de conflicto que la parió, que la transformó, que lo sigue haciendo, con sus actores pasados y presentes, cargados de intereses reales (Como Biolcatti y Llambías por ejemplo).

De esta forma el “ser nacional” se despereza ante nosotros, no como algo acabado y formal, sino como toda actividad económica, social y cultural, que desgarrada cotidianamente, cobra vida. El ser nacional aún está peleando por encontrarse y su diversidad se encuentra en la lucha política, como sucede ahora, porque no es otra la forma que asume la actividad del hombre en la historia. Diría Napoleón: “El destino es la política” y tendrá siempre razón.

El ser nacional no tiene dueños, por mas poder económico que detenten, surgirá de la lucha que sepamos dar y por eso no sera nunca uno, sino multiple. No habrá búsqueda leal y sincera de nuestro ser nacional si no entendemos que es dentro del conflicto donde intentaremos su realizacion mas cercana y posible.
Hernandez Arregui definía al ser nacional no como nostalgia de ornatos, panteones, símbolos, monumentos, sino como vida y conflictos, intereses en pugna, en definitiva lo relacionaba más con un estado de beligerancia entre clases y no de paz para no cambiar nada, de dialogo engañoso, de consenso que busca imposicion del plan propio. El ser nacional es cimiento que crece en mampostería de luchas dadas a través del tiempo, oposiciones no siempre maleables a los intereses poderosos que quieren quedarse con todo: poder económico en pocas manos , poder político obediente y como formateo mas complejo: poder simbolico y cultural, para salvaguardar eternamente ese "estado de cosas".

Creo que estamos nuevamente ante este escenario. El “campo” que dice constituir la esencia del “ser nacional” y muchos otros que denunciamos que esa definición es sectaria, que no nos abarca a todos, que pone en boca de las mayorías lo que es conveniente a sus propios intereses. Así de simple, así de cínico, así de eficaz para los privilegiados, asi de abrasivo para los sectores de conciencia liviana.

“El campo” dice ser hoy la representación de la “argentina profunda”, de la verdadera nacionalidad, del “ser interior”, pero al hacerlo de esa forma, bajo el disfraz corrupto de intereses particulares, sin sumarse a la patria como un sector mas en disputa, sin aceptar ser gobernado para poder sintentizar el momento, no hace mas que constituir una categoría demasiado reseca del espíritu. Tan reseca como la palabra “oligarquía” que ellos dicen no los representa. Sin embargo no hay otra que los identifique mejor en la pulseada de la actual coyuntura.

Para acercarnos al concepto de “ser nacional” es necesario bucear en la Historia Argentina con mayor conciencia crítica y al hacerlo, nos encontraremos no solo con nuestros orígenes nativos, sino con la España conquistadora, con la Inglaterra de los negocios, con los Estados Unidos oportunistas y siempre…siempre nos encontraremos con una mirada antinacional sobre los intereses populares, una colonización pedagógica que las oligarquías dominantes han recitado como un padre nuestro.
Hoy solo están diciendo, una vez más…amén.

Un "si creo" que solo busca su propio interes y por eso se aleja incluso del Jesus vivo, ese que es "verbo y no sustantivo".