Su madre y su hermana "Loly", iniciaron una búsqueda parecida a la tantos otros familiares. Entre las actividades realizadas estuvieron en Setiembre de 1979, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitaba la Argentina, la misma comisión que hoy recibió en la ESMA la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner y a las que agradeció su presencia hace 30 años, en la búsqueda de justicia, aquí inexistente.
Respecto a la actuación de esta Comisión en 1979, extraigo este texto de un libro de mi autoría llamado: “Cañon Krupp. La dictadura en Tres Lomas. 1976/83”, pertenecientes al Capítulo 16: “Carlos Corona. Muertos son los que tienen muerta el alma”
“Loly y su madre forman parte de una larga fila que espera ser atendida, junto con otros familiares de los miles de desaparecidos, ante un organismo internacional que por primera vez les prestaba atención, cuando de pronto, la caravana que festejaba el Mundial Juvenil de 1979 pasa por allí.
Se encuentran con otra mamá que también busca a su hijo. Es otro treslomense. Es Chola Medrano que reclama por Hugo José, desaparecido en Noviembre de 1976.
Es una situación extraña, una Argentina paranoica, donde la mayoría de la población festejaba el triunfo mientras las madres se debatían impotentes buscando que alguien escuche su denuncia. Logran hacerlo, hay periodistas extranjeros que ponen posprimera vez micrófono a las madres y hacen audible el reclamo doloroso: ¡Que digan donde están¡.
Mientras la cola se extendía varias cuadras, José María Muñoz mandaba a “demostrar al mundo que los Argentinos somos Derechos y Humanos”, mientras Julio Lagos organizaba desde los micrófonos de las radios oficiales el pasaje de la caravana que festejaba en Buenos Aires por donde estaba la cola de familiares de desaparecidos ante la CIDH.
Isabel y Dolores presencian ese pasaje, con todo el dolor a cuestas, con la impotencia en el alma, con la soledad como compañía, con la incomprensión como contexto de su lucha.
Es el 7 de setiembre de 1979 y la sociedad Argentina es como un espejo que devuelve la imagen de un monstruo. Por un lado están los miles de entusiastas del fútbol que festejan la obtención del campeonato mundial Juvenil celebrado en Tokio.
Cuando la Argentina vence a Rusia en la final de la mano de un juvenil Maradona, la jornada se pareció a la de un año antes con el Mundial 78, pero de menor magnitud, aunque en lo simbólico es idéntica. Es un día laborable pero la gente sale a la calle a festejar.
Por otro lado están los familiares de desaparecidos, intentando entrevistarse con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Allí están “Loly”, Isabel y “Chola” Medrano.
Por la mañana los integrantes de la comisión se entrevistan con miembros de la Junta Militar y el mismo Videla, y luego comienzan a atender a los familiares, haciéndolos hasta pasada las 22 horas.
Están de pie, cansados y desde hora muy temprana formando una larga cola. Todos quieren entregar el formulario de denuncia, contar su caso. A las 9,30 horas la cola de Avenida de Mayo llega hasta Bernardo de Irigoyen y a las 11 hs, hasta la plazoleta de la Avenida 9 de de Julio.
A la misma hora la zona céntrica se llena de “fútbol”, los vehículos en caravana, las bocinas estridentes, la alegría desborda. Bombos, papeles, banderas, cintas.
Florida, Corrientes, Diagonal Norte, Congreso y Avenida de Mayo son las zonas mas movilizadas. El tránsito se atasca. Los estribillos resuenan: “Me parece que Rusia no sale Campeón….”
“Loly”, Isabel y “Chola” siguen en la cola. Avanza lentamente. El trámite dentro dura 30 minutos aproximadamente. Dos cosas atruenan: el festejo y la incomprensión. La Argentina atruena.
En la Plaza de Mayo unas 3.500 personas que miran a los balcones de la Casa Rosada corean: “Chupe, chupe, chupe..no deje de chupar…si no sale Videla….lo vamos a buscar”, mientras un grupo de simpatizantes del Club Atlético Independiente de Avellaneda acercan un ataúd pintado de color negro y en él con letras blancas señaladas los “muertos”: Indonesia, Yugoslavia, Polonia, Uruguay y Rusia. Y las siglas”Q.E.P.D”. Unos diez chicos, que oficiaban de cortejo, llevaban ramitos de flores.
Esa Argentina estaba en la calle, toda. El festejo y el dolor, todos argentinos, todos parecidos.
Para el gobierno no pasó desapercibido este campeonato y lo aprovechó: desde los balcones de la Casa Rosada comienza la tarea que luego se prolongará. Se arrojan calcomanías para pegar en los parabrisas de los autos, son un corazón azul y blanco y en el centro con letras negras la inscripción “Los Argentinos somos Derechos y Humanos”.
La fiesta continúa. Videla no sale al balcón para ser vivado y los que esperan, desesperan. “Videla corazón, Videla corazón, aquí está tu pueblo que te quiere en el balcón” y también : “No pasa nada, no pasa nada, si no sale Videla, nos quedamos hasta mañaña”
La cola para entrevistarse con la CIDH parece haberse detenido, es todo lento, los familiares aprovechan y hablan mucho entre ellos, es un momento de encuentroc on otros a los que les pasa lo mismo. Se pasan información, se consuelan y contienen. No hay fiesta ni algarabía acá, aunque es el mismo día y la misma hora en el mismo país.
A las 10 horas sale Videla al balcón acompañado por varios integrantes de su gobierno, está vestido de civil, eleva sus brazos y como un César que define la vida o la muerte, eleva sus dos pulgares hacia arriba. Para los que esperan en la cola de los Derechos Humanos, Videla ya había girado antes sus pulgares, pero esta vez hacia abajo, decidiendo la desaparición y la muerte.
En la Plaza de Mayo se canta el Himno Nacional a viva voz, el público estalla en aplausos y hacia el presidente, mientras las treslomenses en la larga fila solo avanzan unos metros. Se acercan.
Videla había mirado el partido directamente desde las pantallas de Argentina Televisora Color (ATC) y una vez terminado salió en cadena para todo el país su conversación con Menotti. Le dijo: “Usted fue el artífice de lo que se puede hacer con disciplina y orden…”
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