El encuentro de los restos de Hugo José Medrano, desaparecido junto a su esposa en Noviembre de 1976 en la ciudad de La Plata, debiera ayudar a reabrir un debate en buena parte de la sociedad local.
La confirmación por parte del Equipo de Antropología Forense, acerca del ADN efectuado a los restos encontrados y comparados con los de un miembro de su familia, otorgan el 99,998% de seguridad, es decir, un 100%. Ese cadáver encontrado en un Cementerio de Avellaneda corresponde al desaparecido Hugo José Medrano.
La confirmación por parte del Equipo de Antropología Forense, acerca del ADN efectuado a los restos encontrados y comparados con los de un miembro de su familia, otorgan el 99,998% de seguridad, es decir, un 100%. Ese cadáver encontrado en un Cementerio de Avellaneda corresponde al desaparecido Hugo José Medrano.
Su hija Paula , de 9 meses de edad en ese entonces fue entregada a un vecino, que rápidamente la restituyó a su abuela paterna.
Es contundente la declaración realizada por ella en Octubre de 2006, cuando tenía ya 30 años, entrevistada por el semanario “Democracia Obrera”, donde sostiene entre otros conceptos los siguientes :“…se los llevaron porque ellos al igual que 30.000 compañeros, peleaban por los derechos de los trabajadores y porque nosotros, sus hijos, tuviéramos un futuro mejor. Masacraron a una generación de luchadores y nos torturaron a nosotros privándonos de crecer al lado de nuestros padres. Eran desaparecidos, no había una tumba a la que llevar flores y la peor tortura era esperarlos todos los días, durante años, pensando que se escondían en otro país y no tenían plata para venir a buscarme. Pero pasaban los días y los años y nada, había que aceptar la realidad: eran desaparecidos”.
Su palabra tiene un fuerte valor testimonial, porque expresa lo que muchos sentían respecto a sus familiares desaparecidos; esa necesidad de individualizar, de humanizar, de otorgar sentido a sus vidas e identidad personal y militante, precisamente lo negado por los dictadores (No están, ni muertos, ni vivos, están desaparecidos...diría con simplificado cinismo Videla)
Al respecto Pilar Calveiro en su libro "Poder y desaparición: Los campos de concentración en Argentina" en sus páginas 29 y 30 dice:
"Diez, veinte, treinta mil torturados, muertos, desaparecidos...En estos rangos las cifras dejan de tener una significación humana. En medio de los grandes volúmenes los hombres se transforman en números constitutivos de una cantidad, es entonces cuando se pierde la noción de que se está hablando de invididuos. La misma masificación del fenómeno actúa deshumanizándolo, convirtiéndolo en una cuestión estadística, en un problema de registro. Como señala Todorov, un muerto es una tristeza, un millón de muertos es una información. "
Hoy hablamos del treslomense Hugo José Medrano (uno de los 30.000) del encuentro de sus restos, pieza brutal en el rompecabezas que su familia construyó desde la conciencia y el dolor, hablamos de la muerte como momento final de la desaparición, como el momento en que el Estado Terrorista consumaba la tarea sistemática desde las sombras, especialmente con los trabajadores y estudiantes.
Pero no sólo hablamos de Hugo, de su nombre y apellido, de su vida cotidiana y de su historia, porque un testimonio de este espesor, es como una constelación completa que no sólo expresa "su" historia, sino múltiples historias.
Sus restos encontrados, explicitan la verdad de lo sucedido durante la dictadura, y al mismo tiempo que hablan de él, también lo hacen de "los otros", los aún ausentes, los que siguen desaparecidos, sin que el duelo, tan necesario, tenga una oportunidad de hacerse, como acto humano simple e imprescindible al mismo tiempo, para Hugo, para los que lo amaron en la vida y para todos los compañeros que aún esperan ser encontrados por sus seres queridos.
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