lunes, 5 de abril de 2010

EL ODONTOLOGO AMIGO






















Hace rato que me tienen harto los “odontólogos amigos” que aparecen en las publicidades.
Tipos con cara de “odontólogos" recién pagados, de sonrisa tan amplia como dudosa, que aconsejan tal o cual pasta para solucionar los problemas de “gengivitis” (¿qué palabrita no?).

Y también cansado de los que toman esos consejos: “Hace un tiempo que cuando ingiero un alimento demasiado caliente o frío-dice un clasmediero con cara de estar evaluando una enfermedad coronaria- siento dolor en mis dientes, por lo que decidí consultar a mi odontólogo amigo” y allí vienen los consejos mas pedorros que uno pueda imaginar.

Ni que hablar de las propiedades de los dentífricos (la nueva es que algunos no juntan bacterias porque tienen un “antibacterial” que lo impide) o de las pastas que con abundantes aditivos nos prometen hacernos pasar de dientes de madera a marfil puro.

Pero hoy, en una radio capitalina que no pude identificar, escuché el mas maravilloso de los consejos, porque da por tierra con ese negocio de sonrisas blancas y dinero fácil.
Una señora mandó un mail, diciendo que ella había encontrado el mejor de los dentífricos y que por eso no escuchaba más a la chantada del “haga un buche por favor”: lisa y llanamente, utilizar como pasta dental al noble pan de jabón de lavar la ropa (Jabón federal, diría cualquier adulto que se precie). Vos pasás el cepillo (cualquiera, no hace falta que te lave la lengua ni las encías) por el pan de jabón y te lavás los dientes, dice esta señora que quedan perfectos.

Prometo hacerlo y si da resultado, regalarle la plata del dentífrico a mi pibe para que se coma un chupetín bolita.
Chau cepillos especiales, dentífricos con Kriptonita (menores de 30 averiguar que es) y chantas que por dos mangos nos dan consejos para “que tus dientes luzcan sanos y fuertes”.
Para igualar a las publicidades de champú, faltaría que agregaran “Porque vos lo valés”.
¡Aguante jabón federal¡

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