sábado, 20 de agosto de 2011

CINE ESPAÑOL: "EL INTERVALO"
















Uno de los particulares que tuvo el Cine-Teatro Español en alquiler fue Atilio de Virgilis, siguiendole luego Ademar Hernández en sociedad con Alberto Fernandez (el papá de Alberto, Daniel, Guillermo y Gabriel), siendo Daniel, el que en estos últimos años ha liderado con mucha claridad y entrega, esta especie de pasión personal y mandato familiar: poner nuevamente el Cine en funcionamiento.


Su papá Alberto, lo tuvo a cargo desde 1961, dando funciones fijas los días jueves, viernes, sábado y domingo, con distintas películas (y muchas veces también los martes).


Aún no habían llegado las videocaseteras y el Cine era no sólo una "buena salida", también era crecimiento cultural: allí vimos grandes películas, todas con "intervalo".


Ese intervalo no se producía entre las "colas" de las películas por venir y la función del día, se producía en medio de la película, así que recuerdo que en el hall interno, los mas entendidos sobre cine: El Doctor Palo y Andrés Pocchiola (me olvido de muchos), daban sus pareceres acerca de lo que estaba sucediendo minutos antes y anunciaban posibles desenlaces.


Los curiosos seguiamos de atrás, rodeándo a los críticos locales, sin animarnos a "meter bocadillo". La anécdota cuenta que le preguntaron a uno de esos curiosos , al otro día ,como había sido la película. La respuesta fue mas que elocuente: "A mi no me gustó, pero al Doctor Palo sí, así que debe haber sido buena". Una perlita.


Y la adolecencia nos fue metiendo en el cine con cariño: Sandro y Palito, Bud Spencer y Terence Hill, el móvil carrozado que recorría las calles anunciando las películas con pronunciaciones escasamente adecuadas, pero con el corazón puesto en esa acción.


Se estaba allí, como empresario situado, Alberto y su cine, la prohibición de comer girasol y el girasol que se comía, la linterna implacable para los que zapateaban, el caramelero dormido en primera fila, el intervalo conversado y la noviecita al alcance de la mano en una noche de pueblo. Tenía su encanto.


Allí vimos llevados por la escuela "El Santo de la Espada" con Alfredo Alcón haciendo de San Martín y hoy podemos realizar una crítica acerca de la "didáctica" que expresaba esa película, pero estuvo para verla y eso hoy me parece enorme.


Y la "Coca" Sarli con la que los mas pibes nos deleitabamos en las gigantografías del anuncio, pero que nuestra condición de menores, impedía que vieramos. Siempre apartenté menos años y si bien eso me favorece hoy con medio siglo en el lomo, en aquellos tiempos jugaba en mi contra. Algunos quinceañeros "pasaban" porque parecían grandes y a los mas borregos no nos quedaba otra que espiar por alguna de las clarabollas de la casa de al lado, una casa con terraza, la de nuestro amigo Ariel, en un improvisado "haceme pie" se trataba de poder pescar algun desnudo que no siempre se encontraba. Algunos solo llegaron a ver la cara de Armando Bo, contandose con los dedos de una mano los que registraron una teta. Era dificil.




Hoy reabre el Cine y cuando entre a él, con mi novia de ayer de la mano y alguno de mis hijos, sentiré por un lado el tunel del tiempo, pero también el orgullo de poder contar nuevamente con esa maravilla que Giussepe Tornatore retrató tan bien en ese gigantesco film: "Cinema Paradiso".


Eso era para nosotros, un paraíso. Hoy tengo una entrada al cielo, voy al cine, a encontrarme con la historia, con la de todos, con la mía propia y la de mis amigos que seguramente estarán allí, y también voy a escribir un capítulo en las historias que vendrán.

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