Durante el año 2011, realicé, invitado por la Inspectora
Jefe de la Región 16, Profesora Elisabeth Coronel, un curso en la misma Dirección de
Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.
El curso llevaba por nombre general: “El Peronismo Clásico”
y fueron varias jornadas durante todo un año, que abordaron temáticas tales
como la salud, la vivienda, la acción social y otras, durante ese período que
las jóvenes generaciones no conocen en profundidad, mas ensimismadas por el fenómeno
de los 70, el del “león hervívoro” que volvió intentando encarrilar a un país,
demasiado fraccionado por la violencia.
El curso fue muy bueno, cada intervención de los compañeros
disertantes era un viaje que reivindicaba aquella experiencia (bonapartista dirán
algunos que simplifican en la idea de liderazgo carismático lo sucedido).
El nuevo billete de cien pesos que Cristina Fernández de
Kirchner acaba de habilitar, con la eterna imagen de Eva Perón, la gran
socia-opositora al mismo general, hasta el punto de hacerle saber que estaba
dispuesta a ir siempre mas allá en la defensa de los trabajadores y humildes de
la patria. Ese billete provocó el recuerdo de lo aprendido en el curso.
Se la ve a Evita, hermosa, con su clásico rodete y ese
rodete retrotrajo al curso, cuando una compañera arquitecta, nos mostraba en
una pantalla gigante, como “Ciudad Evita” había tomado la forma de la cabeza y
el rodete de la abanderada de los humildes.
Nos mostraba como las casas no eran precarias, sino muy
dignas, tipo chalet, con centros comunitarios, bibliotecas, centros deportivos, lugares de
encuentro. Es decir, barrios que no eran “dormideros”, sino diseñados de forma
tal que el encuentro, la participación y la organización ocuparan un lugar, precisamente el
lugar del “rodete”.
Lo mismo sucedió en mi distrito, cuando se construyó la
colonia, llamada popularmente “17 de Octubre”. De allí no solo salieron 71
lotes que contemplaban la unidad económica de 200 hectáreas, sino también un
centro comunitario con destino a club y escuela de 50 hectáreas. Este era, si
se quiere, “ese rodete”, el entremezclado del pelo, donde los chacareros se
juntaban y lo trabajaban juntos en beneficio de todos: del club y de la
escuela. Varios tractores y arados, trabajando juntos, constituyen una fotografía
de aquella concepción que en 1980, la dictadura dio por tierra, cuando sacó a la
venta “privada e individualista” aquello que había sido pensado “público y
colectivo”.
Esa Eva del billete, la que reemplaza a Roca, el genocida de
las campañas al desierto, lo reemplaza no solo con su simbología: una oligárquica,
la otra popular. Lo hace también en el mandato hacia el futuro: uno posando con
sus generales asesinos de pueblos nativos, repartidores de tierras a los
poderosos, dueños de estancias regadas con sangre de gauchos, quejosos siempre de ceder en su posición de privilegio ; la otra en cambio mas
simple, de perfil, con su rodete, con su “barrio” a cuestas, dueña de su
bastardía convertida en potencia hacia el futuro.
Ciudad Evita está ubicada en el Gran Buenos Aires, albergando
unas 15.000 viviendas. Cada una, individualmente es una vivienda digna, pero su
grandeza estriba en su significado final: una cabeza perfecta, un rodete popular
y lo que lamentablemente no se puede ver pero si percibir: un alma “encendida”
por la lucha a favor de los mas humildes.
Bienvenida hermosa Evita a los
billetes: no es el precio lo que te define, sino tu inmenso valor como mujer
política de la causa nacional y popular.
Por eso uno de los billetes siempre tendrá mayor valor que el otro, aunque el mismo precio. Uno siempre comprará más que otro, justamente aquello que no se oferta en el mercado.
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