Caminaba hoy por el Parque Municipal "avistando" aves, pero ante tanto tero criollo, la vista se me fue en las macetas. Las mismas que en su rol sociológicamente totalitario invadieron en su apogeo cada esquina del pueblo para intentar garantizar un mejor desenvolvimiento de nuestro desastroso manejo treslomense.
Al momento de colocarlas-en aquellas épocas en que el imperio parecía invensible-cambiaron el paisaje y el mensaje no fue concientizador sino represivo. Equivalía a construir una especie de tapial para evitar accidentes.
Hoy se está buscando otra cosa, con mayor nivel de profesionalismo y una gestión mucho mas responsable y sin caprichos avanza-no sin dudas-en una altenativa estéticamente no avasallante y éticamente educativa.
Pero vuelvo al parque. Allí estaban ellas, las macetas de plástico con el arbusto horripilante en su interior, con su pozo al lado, distribuidas en distintos lugares estratégicos.
Allí esperan, casi como su destino final: ser "veladas" de su antiguo rol y luego "recibir tierra" para hermosear algunos rincones del parque; su nuevo papel en estas épocas mucho mas democráticas. Serán enterradas, pero no en busca de su desaparición y final, sino de una nueva vida que les permita ser disfrutadas y no sufridas.
Constituyen un símbolo importante de una época nefasta para Tres Lomas y me alegro que no hayan sido destruidas, porque los símbolos pueden ser resignificados con otras lógicas mas populares y colectivas.
Del totalitarismo en las esquinas, a hermoso adorno en determinados lugares del parque. La misma maceta, el mismo arbusto pero con otra disposición, regadas con ideas nuevas y compartidas, abonadas con esfuerzos mancomunados, sin caprichos ni paternalismos.
Allí estarán, por decisión política de los legítimos nuevos gobernantes y porque no siempre "parir" lo nuevo, significa destruir lo viejo, solo hay que mirarlo de otra forma.
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