martes, 9 de febrero de 2016

AL AGUA PATO




Escribì la ùltima nota con motivo de la visita del historiador Felipe Pigna a Tres Lomas, en Mayo de 2015. Ese dìa Felipe estaba interesado en una visita a la obra de Salamone. Lo acompañè y expliquè lo que pude, el resto lo explicò èl. Fue muy lindo sentirse escuchado por el historiador que logrò como nunca antes, hacer popular la historia Argentina.

Lo llevè al Matadero Municipal y a la Delegaciòn, en ambos lados la explicaciòn arquitectònica se tiñò de contexto polìtico (como debe ser). Aquel estado de la dècada del 30, popularmente conocido como Dècada Infame, construyó obras de importancia para garantizar presencia,  en una sociedad donde todavía el estado no se había consolidado en su faz intervencionista.

Mataderos de donde surge la vida (alimentos), Municipalidades y Delegaciones de donde surge la organizaciòn polìtico-administrativa y finalmente portales de Cementerios (donde nos alberga la muerte). Todo esto lo dejó claro ese gobierno conservador de Fresco y lo materializó Francisco Salamone en el interior bonaerense.

Torres municipales mas altas que las Iglesias (siempre ubicadas cerca) eran una forma de decir que solo el estado era quien regulaba la vida, la organizaciòn y la muerte de las personas.

Despuès de esa nota decidí no escribir más. No se bien porqué, pero estaba claro que no tenía ni la energía, ni el deseo ni la potencia para opinar sobre los temas que se sucedieron-en el paìs todo- a partir de ese momento.

Pero hoy pasó algo que me hizo volver. Pasé por la plaza de Tres Lomas, la que lleva el busto de Leandro N. Alem, el viejo caudillo radical que se suicidó y justo frente a la delegación había una parejita de jóvenes sacando fotos.

Pare y me puse a charlar con ellos. Estudiantes de arquitectura, de la ciudad de Mercedes, habían conducido su auto y decidieron hacer los circuitos de Salamone, las 70 obras que ese ingeniero-arquitecto llevó adelante entre 1936 y 1938. Ahì estaban tomando sus fotos.

Otra vez, les expliquè que soy docente y que siempre me apasionó la obra que ellos estaban retratando. Y ellos me explicaron que le parecìa magnìfica. Intercambiamos pareceres y nos sorprendimos nuevamente al comprender que llevó adelante todas las obras juntas, trasladándose en su propio avioncito para estar a tiempo en cada uno de los lugares (era aviador el tipo).

Hablamos de sus torres, del cemento como materia prima, de la década infame, del estado criollo- fascista de Fresco, del talento de Salamone, de la invisibilización de su obra y de su redescubrimiento por un entusiasta estadounidense (es así, parece que el tango primero, siempre se baila en París).

Lleguè a casa y me sentè en la computadora. Estoy tecleando ahora. Vuelvo a escribir, porque en realidad, en mi cabeza, nunca dejé de hacerlo. ¿Para què escribir?. Pues està claro, para incomodar y ayudar a pensar, cuestiones que siempre van de la mano, porque solo una pregunta sin respuesta, una inquietud sin abordaje puede incomodar el pensamiento. Y la escritura debe cumplir, entre tantas otras cuestiones estéticas que no desprecio en absoluto, un papel en este proceso.

Mucho tenemos para pensar los Argentinos, los bonaerenses y los treslomenses. A nadar se ha dicho. El mar cotidiano està picado y no es cuestiòn de andar obedeciendo las banderas de los bañeros. Sin traje de neoprene, a puro sol y cuero, decido nuevamente, con Salamone como excusa, enfrentar las olas que parecen venir bravas.

2 comentarios:

Claudia Sandoval dijo...

En hora buena que hayas decidido volver a escribir, seguro que ayuda a pensar y a reveer posturas estancadas, abrazo!!

Lili Rossetti dijo...

Gracias x volver, Grillo querido!!!
Se extrañaba tu palabra...x lo menos a mí, me ha ayudado a abrir la cabeza!!!
Saludos...