La Agricultura Industrial, el modelo imperante en los agronegocios, subordinado a los mercados y alejado de los agricultores, sus familias y su cultura.
Para este modelo, los pequeños propietarios y arrendatarios, los trabajadores rurales, los parajes y colonias, significan una molestia, incomodan, no le interesan sus pautas culturales ni familiares, se desentiende de las cuestiones ecológicas y sociales.
La Agricultura Industrial es totalmente dependiente de insumos externos y está siempre presa de los mercados y sus vaivenes, hace del capital financiero su centro y se desentiende del capital humano. Para este modelo el agricultor es un medio, un engranaje del que puede prescindir, nunca un fin en si mismo, por eso genera el desierto verde: productivo pero sin gente, el campo reducido a lo económico, el “campo” como síntesis de la concentración económica, la expansión del monocultivo y la especulación financiera.
Del otro lado, resistiendo el embate que se gestó en a mediados de los 90, la Agricultura de Base Familiar, precisamente la que se ha impuesto en la mayoria de los paises desarrollados, protegiendo sin expulsar, conteniendo sin excluir. Allí ha prosperado, en los mismos países que baten en parche bendiciendo nuestro modelo destructivo (Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago).
El agricultor en este modelo de resistencia es el emprendedor y el trabajador al mismo tiempo, el trabajo y la gestión van de la mano, preservando la unidad familiar, es el verdadero capital a ser incrementado.
Este modelo por supuesto que no es un negocio para los capitales mas concentrados, pero constituye la alternativa más válida de llevar adelante un desarrollo rural nuestro, que tenga su anclaje en la chacra y el trabajador rural bien pago.
Es historicametne una forma productiva que garantizó (aún con sus defectos) no solo la vida en un campo con gente, sino el desarrollo sostenido de los pueblos rurales, parajes y colonias, hoy en decadencia o desaparición lisa y llana.
Es un modelo donde la familia misma es quien aporta la fracción mas importante de la fuerza de trabajo que se utiliza en la explotación, que piensa en la autoreproducción para el arraigo de los jóvenes como nuevos agricultores, alejándose de la mentalidad rentístitica que los pooles impúdicamente han sembrado y los espíritus consumistas y haraganes han aceptado como una “salida posible”, sin advertir que constituye solamente un camino de ida.
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