Domingo 23:02 horas. Mi hijo Mariano con la guitarra y su
coro familiar: su mamá y sus cuatro hermanos. “Si todo lo que busco es amor,
todo lo que quiero vivir…”, el imbancable de Abel Pintos es cantado a coro.
Mariano me provoca-sabe lo que pienso y siento- diciendo: “Me gusta porque le gusta a la
gente”. ¿Y Josè Larralde pienso como antinomia ?. No cambiaría una sola palabra del viejo
sentado con su sola guitarra, por todos los saltitos practicados del dueño de “la
llave”. Abrirá y cerrará su ciclo con ella, pienso.
Y cantan de lo lindo, faltan los celulares prendidos para
que la cocina se convierta en un petit estadio. Y a mi no se me mueve un solo
sentimiento de los que sí laten al compás de cualquier tema de Hugo Jiménez Agüero: “Cerro,
cerro de mi patagonia, bien sabés porque, tanto te amo…”.
Allí hay un pais
olvidado, un paisano que lo describe en una de sus regiones mas olvidadas y un
paisaje que todo ojo humano que lo observa se siente anonadado. País, paisano,
paisaje. Tres palabras que empiezan igual.
Y escucho ahora a Abel Pintos y
siento que tienen razón, que a “la gente” le gusta, pero igual lo pongo bajo el
manto de un paraguas protector. Abel no es la década ganada, sino la
posibilidad de que muchos puedan pagar la entrada a sus festivales rebalsando
de estrofas melosas, exageradamente, como si el amor necesitara de esas
cucharadas recargadas de una miel que jamás tira una frase colectiva.
¿Acaso
se pueden cantar canciones de amor en una Argentina que necesita mucho mas del
amor colectivo a una causa?. Me quedé atascado en un instante de la vida
familiar, pero no pude con mi carácter condenatorio a los temas chorreantes “nocherescos” o en este
caso “abelpintescos”.
Son individualismo puro, que solo caerán por su peso de
egoismo y allí, en ese mismo instante, la poesía de Larralde ocupará mayor
lugar en “la gente”: “No quiero cerrar mi puño, pero mi puño es la libertad”.
Hay
mas amor en esa frase que en cualquier laberinto de lo que escucho cantar con
tanto ahinco.
Pero debo confesar algo: son mas felices ellos y hasta quizás tengan razón. Los quiero por eso, porque no me dan pelota.
2 comentarios:
Tiene toda la razón del mundo, maestro! Un abrazo
Pablo López
Modin que quedo? Hay que volver avescuchar aldo
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