Los dichos de Diego exceden lo futbolístico y provocan a la sociedad argentina a una reflexión mas profunda.
Todos sabemos que el solo vivir significa un gran esfuerzo, de enorme magnitud , y que si a éste le sumamos la idea de “un modo correcto de actuar siempre y en todo lugar” es como recargar la mochila con varios ladrillos que la harián intransportable.
Por otra parte, si sólo la “coherencia”demandada por la moral imperante, fuera la condición necesaria y única para inspirar valores, no habría-aún así- ninguna persona que quedara correctamente posicionada: ¿Quién puede exhibir esa coherencia inmaculada? ¿Quién no ha transgredido en la acción el valor que sostiene en el discurso? ¿Quién puede afirmar que siempre hace lo que dice?.¿A quién no se le “salió la cadena” alguna vez?
Creo que en la vida real, la voluntad no tiene por sí misma la fuerza necesaria para mostrar una existencia sin fisuras y porque si así fuera habría que desconfiar, ya que esto supondría control absoluto de los impulsos y sentimientos, una especie de patrullaje interior que autocensura indefectiblemente y un extraño poder para sortear los condicionamientos cotidianos del contexto social en el que vivimos , de la opinión de los medios de comunicación masiva y de la propia historia personal.
La voluntad siempre está invitada a reinaugurar el esfuerzo pero también a ceder ante las presiones, las broncas cotidianas o las injusticias repetidas. La voluntad se pone tirante y muchas veces el cordel se corta, porque no es posible actuar de otra manera en determinados momentos. Si la vigilancia de la propia voluntad o el control sobre ella fueran totales, estaríamos ante un monstruo, que aunque no dijera “seguí chupando”,y fuera modosito en su trato, podríamos esperar de él, otras cosas mucho mas deleznables y peligrosas.
No justifico el exabrupto de Diego, ni lo convierto en algo positivo o “a imitar”, lejos de eso, simplemente intento reconocer en esa transgresión un derecho de su propia existencia, la existencia construida en los días, meses y años del Maradona situado.
Todo ser humano tiene defectos, porque somos esencialmente débiles, pero lo mas curioso, es que esa debilidad puede enseñarnos, cuando su autor (en este caso Diego) al reconocerse como tal, se humaniza mucho más.
Maradona es un ídolo sin dudas, pero también se ha convertido en un modelo, pero uno que al no ser absolutamente coherente en términos de la “moral” hipócrita demandada , precisamente se muestra cercano y no inalcanzable.
Diego y el oro de la Iglesia, Diego y el comercio de la FIFA, Diego y la obsecuencia de Pelé, Diego y la doble moral burguesa , Diego y la burocracia de Blatter, Diego y su interpelación a los poderosos, Diego y Villa Fiorito, Diego y la pelota que no se mancha, Diego y el fútbol para todos. ¿Totalmente incoherente?
El común de la gente piensa que “una cosa es el Maradona jugador y otra muy distinta como persona”. Yo creo que Maradona como jugador es un ídolo, pero también al exceder lo futbolístico, se ha construido un modelo.
Como ídolo se repite (la mano de Dios y el gol a los Ingleses constituyen el símbolo de esta repetición) y por lo tanto no remite más allá de ese replay trillado y además pareciera incuestionable (su gol con la mano no ha sido criticado, porque en definitiva “esa” incoherencia, “esa” avivada, “esa” defección deportiva no se le cuestiona a los ídolos)
Pero el Diego modelo, con sus acciones y declaraciones de todos los tiempos, ya no remite solo a si mismo, sino a lo que representa y aunque ese valor contestatario ante el poder le explote en palabras hirientes y ello signifique pérdida de reconocimiento, igual seguirá adelante, ahora sin las necesidades del ídolo (Ya no lo perdonarán, ahora será cuestionado ).
En definitiva, en un gran sector de la sociedad Argentina, en este contexto histórico preciso y ante la visualización de quienes lo atacaban, Maradona, no como ídolo, sino como modelo, inspiró frescura, hizo soplar el viento sanguíneo de los provocadores y generó una movilización intelectual, que al alejarse del fútbol , permitió una radiografía sociológica mucho más amplia . Sin quererlo, nos ayudó a conocernos un poco más. Lo hizo cuando poseído por sus valores, se dejó arrastrar y dominar por ellos. Ese fue todo su “pecado”y para muchos, no habrá Padre Nuestro, ni confesión que alcance.