
El PROLIM (Planta de Procesamiento de Residuos Sólidos Urbanos) de Trenque Lauquen surgió como uno de los proyectos mas tempranos en la Argentina respecto a esta problemática.
Fue en el comienzo de la década del 90, en plena instalación del neoliberalismo, incluida la retirada del estado en todas sus escalas, cuando Jorge Barracchia decidió invertir desde su comuna para concretarlo.
Y no tardó en hacerlo. No se demoró en eternas maquetas o anuncios grandilocuentes (hay distritos vecinos que quedaron solo en eso, manteniendo aún un maloliente, antiestético, antiecológico y peligroso basurero a cielo abierto).
Pronto Barracchia (que fue Kirchnerista antes que llegara el Kirchnerismo, según una acertada descripción de un amigo) comenzó a dar respuesta al problema que presentaba Trenque Lauquen en ese momento.
Era una ciudad en plena expansión, que a ojos vista crecía, por ubicación estratétiga, por voluntad política, por proyecto adecuado. Y una ciudad que crece presentaba en la recolección de residuos domiciliarios y patológicos, uno de los problemas a resolver.
Y en lugar de prestar el servicio tradicional de recolección de basura, Barracchia va por mas y crea el PROLIM, invierte en un predio, perfila el proyecto, compra el galpón donde funcionará, compra la maquinaria necesaria, capacita los recursos humanos y avanza. Sin discursos, con acciones.
Crea así una planta con todas las comodidades para nuevos trabajadores, que no eran otros que los otrora "cirujas", que habían crecido en esa década, aún en los distritos "ricos" del "interior profundo", como le gusta decir a los poderosos del campo (con los que Barracchia se enfrentó en su momento con valentía).
No alcanzaba la teoría del derrame para estos excluidos. Allí estuvo Barracchia y su proyecto: organizó el cirujeo, y lo que antes era una actividad casi anárquica y del "salvese quien llegue primero", se convirtió en un lugar de trabajo en blanco, con obra social, jubilación y todos los beneficios que hacen a la dignidad de la gente.
No se conforma con esto: además convoca a las escuelas para que se comience una campaña de concientización, que encabeza el mismo municipio: porque hay una clasificación PRIMERA que se hace en cada casa de familia y una SEGUNDA que se hace en el Prolim. Entre ambas es la cosa, en esa complementación entre el mundo de "lo privado" y el de "lo público", también el estado (lo público) es quien genera las condiciones del éxito.
Cientos de visitas recibe la iniciativa en funcionamiento: municipios de toda la Argentina, visitas y reconocimientos internacionales, programas ecológicos que se apoyan en esa iniciativa, premios varios.
Allí, en el PROLIM se hace desde hace ya veinte años, la clasificación, el tratamiento y la venta del material reciclado.
Cuando todos tiraban los bidones de glifosato y otros pesticidas (dar una vueltita hoy por el basurero a cielo abierto de Tres Lomas y lo verán), Barracchia comienza a hacer el TRIPLE LAVADO, prensa los bidones inofensivos ahora y los vende al mejor postor. ¿El mercado haría esto?.
No, el mercado lo que hace es tirarlos en cualquier lugar, porque el proceso posterior a la utilización del veneno no trae ninguna ganancia y al mercado lo mueven las ganancias. Al estado, otras cosas (por lo menos al Estado de Jorge Barracchia).
Junto a esto, crea una huerta enorme, hace lombricompuesto para generar abono ecológico y crea un vivero municipal. Con la huerta provee distintos comedores de Trenque Lauquen; con el abono ecológico alimenta la huerta con la mejor tierra y vende el excedente, con el vivero, premia con plantas a aquellos productores y frentistas que tienen todas las tasas pagas y foresta muchas hectáreas de la Municipalidad. Un maestro.
Barracchia es de los tipos que jamás morirán, porque su potencia gestionadora, su convencimiento en el rol del estado, su ideología comprometida con las mayorías, han tenido tal coherencia, que sin desearlo, muriendo vivirá para siempre, precisamente porque nunca trabajó para "la próxima elección" sino estratégicamente, a largo plazo.
Puede ser pensado al revés y de hecho, muchos dirigentes lo hacen hoy, careciendo de un proyecto estratético pensado para "los mas", poco le importan las próximas generaciones y siempre la búsqueda del poder se agota en el poder mismo, porque no lo quieren para cambiar nada.
Seguramente "esa" vida política, es garantía del olvido rápido en el futuro, diferente al recuerdo eterno que el "gordo" dejó no solo "entre los suyos", sino en toda una comunidad.