lunes, 19 de abril de 2010

BICENTENARIO DE LATINOAMERICA

















Hoy, Cristina Fernandez de Kirchner, hablaba en Venezuela, en la conmemoración del Bicentenario de los hermanos Latinoamericanos, cuando un 19 de abril hacían lo que nosotros un mes mas tarde.


Durante el año 1810, en las principales ciudades americanas se convocaron Cabildos abiertos con el objeto de discutir los hechos que acontecían en España y poner de manifiesto la masa crítica generada entre los locales durante el largo tiempo de la dominación.


Así fue el 19 de abril en Caracas (hoy Venezuela); el 25 de Mayo en Buenos Aires (hoy Argentina); el 20 de Julio en Bogotá (hoy Colombia) y el 18 de Septiembre en Santiago (hoy Chile).


En todas estas reuniones se decidió el reemplazo de las autoridades españolas (gobernadores, capitanes generales y virreyes) por Juntas, tal como había ocurrido en las ciudades de la misma península no ocupadas por el ejército francés y que, en un primer momento, resolvieron gobernar “en nombre de Fernando VII”, el rey cautivo de Napoleón.



Algunos historiadores consideran que este hecho actuó como una especie de “màscara”, es decir, una táctica de los revolucionarios para ganar tiempo y obtener el apoyo de otros sectores sociales, temerosos del tamaño de un cambio mas profundo.
El objetivo era conseguir mayor fuerza para poder, luego, enfrentar al poder colonial y declarar la independencia, no sin temores, no sin vacilaciones y hasta con traiciones.



El discurso de la presidenta, aunque mencionó las sugerencia del presidente Chávez de comenzarlo en la etapa colonial, ella decidió “comenzarlo en 1810”, porque “lo otro se lo dejo a Hugo y sus interminables discursos”. Los presentes aplaudieron y se rieron sin ocultarlo; Ortega de Nicaragua, Correa de Ecuador, Morales de Bolivia, Raúl Castro de Cuba, todos sentados en Primera fila lo festejaron de buena gana , mientras Hugo Chávez sonreía sin preocuparse por el chiste, porque el clima de la jornada, cargado de hermandad latinoamericana, constituía el contexto de la sonrisa y de la alegría de quienes estamos festejando un Bicentenario con gobiernos Nacionales y Populares.



Cristina fue por más y sostuvo que no sólo por las ideas europeas ilustradas imperantes se generó el estadío revolucionario y aunque las reconoció en sus autores (Montesquieu, Diderot, Rousseau), enfocó su mirada en los acontecimientos locales mas identitarios, incluso en los desconocidos de todos los procesos revolucionarios de la región : pueblos nativos, esclavos negros y el amplio abanico del mestizaje.



Antes de que el discurso se cortara (Canal 7 no lo transmitió por completo) daba sus puntadas finales, al decir que cuando los ideales no pueden cambiar la realidad, se quedan en la “ideología”, pero cuando esas ideas se convierten en categorías de lucha política, es donde se dan y resuelven las grandes batallas culturales.



De alguna manera, Cristina, con la claridad y contundencia a las que nos tiene acostumbrados, sin papel y con convicción militante, describía lo que cada uno de los mandatarios presentes, sentía respecto del presente en su propio país, los cabeceos afirmativos de sus rostros tomados de cerca por la cámara impiadosa, daba cuenta de este sentimiento.


Es que el discurso de Cristina respondía a la mejor didáctica de las Ciencias Sociales, pensar la historia como un espacio de transformación, sin negación de conflictos y sujetos sociales con intereses concretos, sin reduccionismos.
En la intervención de nuestra Jefa de Estado, la historia en común no apareció como el resultado de un proceso progresivo y casi natural de “acuerdo social”, sino como el claro resultado de conflictos entre grupos diferentes y al decirlo, la sensación de los presentes es que precisamente no estaba hablando del pasado.



Hoy Cristina se convirtió en una buena pedagoga de Historia o de Ciencias Sociales, porque no tuvo temor-incluso se asumió como polemista- acerca del rol educativo: mostrar el conflicto, identificar los actores sociales, dar cuenta de sus intereses y recién allí, hablar de UNIDAD NACIONAL, entendida no como la traspolación de los intereses de un grupo, sino como el bienestar de las mayorías.



Hace unos días me llegó de un compañero que está proponiendo debatir sobre distintas temáticas (un planteo intergeneracional muy interesante), una frase de G. Orwell que dice lo siguiente: “Quienes controlan el pasado, controlan el futuro, y quienes controlan el presente, controlan el pasado”.



La presidenta es conciente de este desafío, por eso hoy, en la Venezuela de Chávez, bien rodeada de mandatarios populares y encarnando proyectos nacionales, comenzó una lucha que se replicará en nuestro propio Bicentenario.



Es que a partir de sus conceptos queda claro que el presente está en disputa, el pasado lo resignifica y el futuro depende de cómo se resuelva nuestro conflicto de hoy, tan parecido en toda Latinoamérica.


Problematización, tensión y conflicto: eso será nuestro Bicentenario…como corresponde.

1 comentario:

Mateo dijo...

Como bien dice la Presidenta, "que cuando los ideales no pueden cambiar la realidad, se quedan en la “ideología”, pero cuando esas ideas se convierten en categorías de lucha política, es donde se dan y resuelven las grandes batallas culturales"; me hace acordar de aquella tan famosa Tesis sobre Feuerbach escrita por Marx, particularmente la XI que dice: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".

O la Tesis II que dice: "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. E1 litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico".

¡Que grande "Carlos"!
Saludos