miércoles, 1 de abril de 2009

OTRAS MUERTES: OTRAS ENSEÑANZAS.


La muerte de Raùl Alfonsìn hos ha permitido mirar hacia atràs en muchos aspectos, algunos muy aferrados a lo anecdòtico o a destacar los “rasgos esenciales” del dirigente radical; otros mas profundos y consistentes en su anàlisis, y una buena parte, simplemente oportunistas.

Es cierto que es el primer presidente de la “democracia recuperada” que ya no està entre nosotros.
No es, sin embargo, un presidente que muere en sus funciones. Juan Domingo Peròn, después de 18 años de proscripciòn (1955/1973), en su regreso y en las circunstancias por todos conocidas (“Càmpora al gobierno, Peròn al Poder”), despejado el camino y presentado a elecciones, obtiene el mas aplastante triunfo que un presidente Constitucional pudo cosechar en la historia: 62 % de los votos.
Volviò, ganò, gobernò como pudo y nos dejò ; casi todo en un solo empellón. Pero el càncer y la agitada vida polìtica de entonces lo derrotaron y muriò siendo presidente. Fue un 1 de Julio de 1974. Su propuesta de “pacto social” habìa fracasado y la escalada derechosa: armada y econòmica, comenzaron su camino juntas. Terminò en un golpe.

Tambièn es necesario recordar que otro Presidente que debiò haber muerto en el ejercicio del gobierno, fue don Hipòlito Yrigoyen: el habìa sido electo para su segundo mandato en 1928 y como la Constitución indicaba que la duraciòn del mismo era de 6 años, debiò haberlo detentado hasta 1934. No fue asì porque el 6 de Setiembre de 1930, un golpe militar con “olor a petróleo” e intereses oligàrquicos vinculados a Inglaterra y sus socios nacionales , lo impidieron. Pero de cualquier manera, no hubiera llegado a cumplir el mandato, porque morìa un 3 de julio de 1933.

Los dos grandes presidentes del Siglo XX, los del voto popular (masculino y mas tarde tambièn femenino) comparten tambièn eso: uno morir a escasos meses de asumir y luego de estar prohibido largamente, el otro porque un golpe le impidió encontrar la muerte siendo presidente (o quizàs muriò por eso, quien sabe ). Uno muere viendo en el gobierno al golpe que lo derroca, el otro muere después de ser vedado largo tiempo y sin imaginarse el desenlace futuro . Ambos perseguidos por parecidos intereses. Uno habìa desalojado del poder a la Elite Oligàrquica que durante años gobernò la Argentina, el otro era la contracara de la Dècada Infame. Uno fue la democracia polìtica encarnada, el otro la democracia social conquistada.

Yrigoyen y Peròn, la lìnea històrica del Nacionalismo Popular, se encuentran muriendose en Julio, una casualidad de los tiempos, pero tambièn se encuentran en sus CAUSALIDADES, es decir en los intereses que afectaron y por lo tanto, en los adversarios cosechados y en los golpes en que terminaron sus gobiernos. Se encuentran en sus aciertos: simplificando; la democratizaciòn de la vida pùblica, la reforma universitaria y el neutralismo en uno; las leyes sociales, la industrializaciòn y las nacionalizaciones en otro.

La muerte de Alfonsìn, propuso y reviviò el análisis del pasado, no solo el de la “recuperaciòn democràtica” que aùn està pulseandose , me refiero al que posibilita su contenido real, que no es otro que el bienestar de las mayorías, el de los pueblos que se autodeterminan, el de la riqueza que garantiza la felicidad de todos, el del pleno empleo y la justicia.

Las muertes de nuestros presidentes verdaderamente democràticos-todas ellas-debieran servir, para sopesar el presente de nuestro gobierno actual. Si la derecha genera, sobre el cadáver aun tibio de don Raùl, el discurso de la “moderaciòn”, el “consenso” y la “unidad”, como una especie de mensaje subliminar para enfrentar decisiones polìticas tomadas por la presidenta, es necesario que con la misma fuerza, no solo expresemos otras convicciones del líder recièn fallecido, sino de aquellas otras muertes de nuestros presidentes mas queridos , que aunque lejanas, tienen mucho para decirnos, no en su inevitable final cadavèrico, sino en su vida polìtica real y concreta, maserada en las decisiones tomadas, agitada en las pasiones de las luchas que libraron y luchada por el convencimiento de las causas que llevaron adelante. Los valores "despertados" mediaticamente como una especie de contracara de Cristina, solo se materializaràn, cuando la enorme brecha social existente entre nosotros, comience a achicarse.

1 comentario:

Ester Lina dijo...

Estimo a Alfonsín. Soy peronista pero aprecio su gobierno, con aciertos enormes, y también con errores. Sé que lo limitaron desde diversos sectores... Y se ve que no hemos aprendido de su experiencia de restaurador de la república, porque son casi los mismos los que siguen dificultando hoy la gobernabilidad.
Distingo su fortaleza para hacer justicia, en momentos que no resultaba nada sencillo; sólo por eso se desataron odios y enconos de los sectores más conservadores de la sociedad. Casi lo mismo nos pasa hoy. Los mismos sectores son los que dificultan la gobernabilidad. Los ruralistas le faltaron el respeto con una silbatina en la SRA, y ahora se llenan la boca diciendo loas a su recuerdo... No les importa, porque a rey muerto, rey puesto... y ellos tienen sus esperanzas puestas en el impresentable de Morales...
Lo malo es que ya cuentan votos, aún cuando el cadáver no se enfríaba aún...
Ojalá podamos sostener el legado del viejo: ir detrás de los ideales, y no de las personas... Y trabajar por la unidad de los argentinos.
Ah! Otra casualidad: llovía también en los días que velábamos a Perón... Yo estuve ahí, tenía 24 años entonces...
Saludos!!!